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martes, 24 de enero de 2012

La plancha Bidon

Jacques Martin sostiene la plancha Bidon.

Empiezan a estar hartos.
1965, Astérix  toma la delantera. A razón de dos álbumes anuales, con una tirada de más de un millón de ejemplares, el protagonismo del héroe galo amenaza con eclipsar a Tintín. Y ellos allí, parados, redibujando antiguos álbumes y sin visos de sacar nuevas aventuras cuatro años después de Las joyas de la Castafiore. Bob de Moor, un jovial flamenco de 1,88, lo lleva con resignación. Pero Jacques Martin es un volcán, un temperamento fuerte y llama a la rebelión. Martin persuade a Bob de que uniendo su talento son perfectamente capaces de sacar esto adelante. No necesitan a Hergé, pueden hacerlo sin él.
Hergé lleva no se sabe cuanto tiempo preparando la trama y los esbozos de Tintín y los Bigotudos (que a la postre resultará ser Tintín y los Pícaros ). Los dos colaboradores entran de hurtadillas en el despacho del jefe, de vacaciones en Suiza, y hojean el dossier de preparación. Elijen la tercera plancha de una de las múltiples versiones. Aparecen Tintín, Haddock, los exteriores de un aeropuerto y el interior del avión. La plancha tiene de todo para que los colaboradores se luzcan y demuestren de lo que son capaces

Imágenes propiedad de Hergé/Moulinsart.

Martin y de Moor, partiendo de los primarios bocetos de Hergé, hacen los esbozos y el pasado a tinta, respetando en todo momento la composición del maestro. El resultado final es impecable. Dejan la plancha encima de la mesa del despacho de Hergé…y sin mediar palabra vuelven a su actividad cotidiana.
Hergé vuelve de vacaciones. Está pletórico. Comenta el viaje en la oficina y se preocupa por el estado de todos sus ayudantes. El viaje a Suiza le ha sentado realmente bien. Silbando, se dirige hacía su despacho. Al cerrar la puerta y girarse da de bruces con la plancha.
No puede reprimir un “Dios mío, cabrones…”


Plancha realizada por Jacques Martin y Bob de Moor.

Hergé está fuera de sí, pero durante días no hace ningún comentario. El primero en ser llamado al despacho es Leloup. Es el encargado de dibujar los aviones, pero el autor de Yoko Tsuno le asegura que él no ha tenido nada que ver en esto. Seguramente el cuerpo le pide a Hergé despedir inmediatamente a sus dos mejores colaboradores…pero es demasiado inteligente para eso. Y lo reviste todo como si fuera una broma. Audaz como el sólo, en una prueba de fortaleza, incluso permite su publicación en el semanario suizo L’Ilustre. Le da la vuelta a la tortilla, y la plancha se convierte en la prueba de que Tintín, más allá del dibujo, tiene un alma insustituible, que es él.

"Podría perfectamente producir en cantidades industriales: tengo unos colaboradores absolutamente capaces de mantener un ritmo intenso,  sin que la calidad de los dibujos se resienta en lo más mínimo. Pues bien, no lo hago. Tengo tres o cuatro guiones que esperan, pero ninguno responde todavía a algo profundo en mí."

Una jugada maestra.

10 comentarios:

  1. Y un magistral modo de narrarlo.

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  2. muy buena entrada, desconocía esta historia, por completo.

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  3. Desde luego que fué una "jugada maestra", esto es, propia de "maestro"... y tenía en mi humilde opinión toda la razón. Siendo como bien dices un trabajo impecable, si que le falta algo ... ¿alma?, en definitiva lo que hace a una obra que sea una obra de arte. Por mucho que nos hubiera gustado que las cosas hubieran sido de otra manera, y la producción de Hergé hubiera sido mucho mayor ... pero quizá sea su obra lo que es, precisamente por ese motivo.

    PD. Coincido totalmente con Augusto, como siempre un gusto leerte,

    Un saludo a todos

    nowhereman

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  4. Para que les hubieran tenido en cuenta tendrían que haber dibujado algo nuevo, algo que llamase la atención. ¿Qué pretendían demostrar? Porque realmente lo único que consiguieron fue dejar más patente aún lo indispensable del trabajo de Hergé por muy lento que éste lo desarrollara. Si yo soy un aprendiz de zapatero y quiero demostrar que puedo hacer el trabajo, si no mejor, por lo menos como mi maestro y para demostrarlo cojo un diseño suyo y lo monto... es como si dijera "vale, se hacer los zapatos perfectamente pero no tengo ni puta idea de diseñarlos". Por cierto, ¿sabíais que se llama "plancha bidón" porque Hergé quwería quemarla en un bidón de gasolina junto a las cabezas de De Moor y Martin?. Gracias por dejarnos opinar, Scarda.

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  5. Primero de todo, muchísimas gracias a los cuatro por vuestros amables comentarios.

    Augusto: es un verdadero placer leerte por aquí, ojalá te prodigues de vez en cuando. Un abrazo desde el otro lado del charco.

    Hugo: celebro que no conocieras la historia, así puedo presumir de poner mi granito de arena en tu sabiduría tintinera. ¡Un abrazo!

    Nowhereman, el de la “modesta” colección: coincido bastante en que la obra de Hergé es lo que es por su modus operandi. Si hubiera sacado álbumes como churros, pues seguramente la visión global de la obra estaría un escalón por debajo de la percepción actual. Se suele decir que Hergé produjo poco, y nunca he estado de acuerdo. Son otros los que producen demasiado. Sacar, por ejemplo, dos álbumes anuales, como Astérix en los 60, me parece inconcebible en una serie como Tintín. Sumadas las versiones en blanco y negro tenemos más de 30 álbumes, cantidad que me parece más que razonable. Ir más allá es exprimir el talento creativo y tal vez agotarlo. La excelencia requiere pausa y esperar la inspiración.

    Zafiret: solo faltaría que no pudieras opinar, gracias a ti por participar y enriquecer el blog. Supongo que ellos no querían prescindir de Hergé, pero sí hacerle ver que no era necesario que se encargara de todo lo sustancial, y que podía contar con ellos para lo que fuera. Tengo bastante empatía con los ayudantes, y aunque para mí Hergé era Dios, a veces no puedo evitar ponerme de su parte. Los ayudantes no eran tan buenos como Hergé (¿quién es tan bueno como Hergé?) pero eran unos artistas excepcionales, y en ocasiones, tal vez pensaban que el tiempo se les iba echando encima y se sentían algo desaprovechados. El resultado de la plancha me parece francamente bueno. A mí, un Hergé en los guiones y Martin y de Moor a los lápices, es un equipo que no me desagrada en absoluto.

    ¡¡¡Un abrazo a los cuatro!!!

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  6. Gracias por las respuestas.
    Creo que el caso de Hergé es uno de esos donde uno ve claramente esa contradicción entre trabajo artístico y trabajo (llamémosle por ahora) industrial, pero donde la balanza a mi entender en este caso se inclina hacia el primer extremo. Siguiendo un poco lo que decís Scardanelli, la genialidad de Hergé me parece que consistió en emplear los criterios de un estudio de dibujo (equipo de trabajo), manteniéndose él mismo como columna vertebral (estricto, muy estricto, control personal), pero no sólo en un sentido empresarial, sino creativo y artístico. Sin dudas pudiera haber hecho mucho más trabajo con el impresionante equipo de trabajo que tenía, pero siempre priorizó más la calidad (emplear a esos monstruos para mejorar su propia tarea artística) que la cantidad (dar rienda suelta a la producción industrial de tiras y álbumes). Por eso cada viñeta es una obra de arte. A veces individual (si acaso existe realmente lo individual en el arte), a veces más explícitamente colectiva aunque la firma sea la de Hergé. Pero sin dudas es la sensibilidad artística de Hergé la que motoriza toda la obra. Aquello de "Tengo tres o cuatro guiones que esperan, pero ninguno responde todavía a algo profundo en mí", me hace recordar a una breve definición del arte que creo corresponde a Alfred Hitchcock cuando decía que "El arte nace siempre de la profunda emoción". Es notorio, dado que un director de cine también está siempre en el límite entre el arte y la industria y es una suerte de coordinador de muchas tareas, sin por eso dejar de ser el que firma y hace nacer la obra a partir de su propia sensibilidad.

    [Ahora sí pude extenderme un poco ;) ]

    Salut!

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  7. Yo estoy un poco en desacuerdo con mi amigo Zafiret...:)

    Creo que demostraron mucho, demostraron que lo único que se necesitaba para haber continuado las aventuras de Tintín era un buen guionista, ya que el dibujo, después de unos añitos trabajando juntos, ya se había acercado lo suficiente al original,incluso a superarlo en algunos aspectos...

    Yo soy uno de los que piensan que en todas las épocas y generaciones hay gente con talento, y que Tintín podría haber continuado en el tiempo...

    Ahí queda eso....:D

    Abrazos,

    ArteAlfa

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  8. Para mí hay dos tintines, uno antes y otro después de los Studios. No sabría con cuál quedarme, ni falta que hace. Es bonito disfrutar de los dos. Me ha encantado la distinción de Augusto entre arte individual y colectivo. El segundo Tintín, el colectivo, tal vez habría podido prescindir de Hergé en los dibujos. La plancha Bidon parece apuntar a que sí. Ya puestos a hacer afirmaciones polémicas, diré que, en mi opinión, la genialidad de la obra de Hergé está en las publicaciones en blanco y negro previas al Journal. Y aunque en la etapa de los Studios se encuentra mi ciclo favorito (Asunto-Stock-Tíbet-Joyas), ese toque de “arte colectivo”, que formalmente roza la perfección, hace que Tintín pierda el sello de autor. Volviendo al comentario de Augusto, la plancha Bidon es la expresión de esa contradicción arte-industria. El problema de fondo es que Hergé, en los años 60 (parece incluso que mucho antes) estaba harto de Tintín. El Hergé artista hacía años que daba por finalizada su obra, pero el Hergé empresario se resistía por diversas causas, y no principalmente económicas (orgullo, supervivencia de los Studios, presión de los fans…y sí, también presión empresarial). Hergé, sin engañar a nadie, tampoco era claro con la situación, y jugaba con la ambigüedad. Bob de Moor afirma que en privado, Hergé le postulaba como continuador de la serie, mientras públicamente decía otra cosa. Entiendo y comprendo una cierta confusión por parte de los colaboradores.

    Un saludo Augusto y ArteAlfa. ¡Muchas gracias por participar!

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  9. jajajaj Me ha gustado mucho la narración de la historia. Casi he podido ver la cara de Hergé al ver la plancha!

    Pienso que el problema no fue tanto que Hergé estuviese harto del personaje sino que no se le ocurrían ideas nuevas. Astérix en los 60 podía mantener ese ritmo porque era una serie fresca y joven, como Tintin en los 30-40, con mucho terreno vírgen por pisar en cuanto a gags y países. En cambio en los últimos, y sin Goscinny, Uderzo tarda AÑOS en sacar uno nuevo y cada vez son peores: ya está muy gastada la serie, al menos desde su creatividad (Ya veremos los continuadores). Mismo caso con Mortadelos, Valerians, Blueberrys... y cientos de series o sagas cinematográficas donde se agotan las ideas por el paso del tiempo.

    En los 60 me habría gustado que en lugar del remake un tanto innecesario de Isla Negra hubiese hecho una nueva historia (El Thermozero tenía buena pinta), pero, ya digo, lo de que era un vago es una ironía; la realidad es que no se le debía ocurrir nada nuevo al pobre. De Moor contaba que Hergé en los 70 no paraba de decir: "J'ai raconté tout!".

    Por otra parte creo que, aparte del guión, el corazón del comic son las poses-expresiones de los personajes que Hergé siempre hizo desde los años 30. Todo lo demás: decorados, utensilios, color... es secundario que, aunque embellecen y perfeccionan el álbum, no es esencial.

    Por ejemplo, aquí se ve de donde sacaron muchas poses de los personajes para la plancha bidon:

    http://www.naufrageur.com/a-bob-planche_bidon.htm

    Básicamente de comics anteriores, como ocurre en tantos pastiches. Es fácil hacer un avión o un aeropuerto, pero los personajes es complicado, ya que es lo más personal e intransferible.

    Aquí identifican el dibujo del Eurosignal como De Mooriense basado en anteriores viñetas:

    http://www.naufrageur.com/a-eurosignal.htm

    Abrazos y enhorabuena por el blog!

    Mirphiss.

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  10. Supongo que hay una estrecha relación entre estar harto de algo y que no te llegue la inspiración. Ya en los años 40, durante Templo del Sol, Hergé en varias cartas amaga con dedicarse a otra cosa. Dice literalmente que el ciclo de Tintín ya ha acabado. Y en los 60 es mucho más pronunciada esa sensación. Mítica es su frase a Martin “odio a Tintín”. De todos modos, aunque hubiera tenido intacta la ilusión, seguramente estaríamos en las mismas, porque coincido en lo que dices de que “las series se agotan”. 20 años y unos 15 álbumes, ese sería, así a lo bruto, el promedio. Luego ya la expresión artística sufre una decadencia o agotamiento. Es el destino. Las obras son como las personas: nacen, hacen tonterías, maduran, tienen su esplendor…y empiezan a ir para abajo. Muy interesante el enlace que pones. De todos modos, veo a Martin y de Moor perfectamente capaces de hacer un Tintín de una buena factura técnica. Si eso habría sido o no suficiente para seguir con la excelencia ya no lo sabremos jamás.

    ¡Muchas gracias por participar, Mirphiss!

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