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viernes, 31 de agosto de 2012

Promoción abortada


 © Hergé/Moulinsart.

Estamos en el año 1941. En pleno conflicto bélico los abastecimientos de papel escasean, como tantas otras cosas. Tintín, aprovechando el tirón que le otorga aparecer en las páginas del intervenido Le Soir, goza de más popularidad que nunca. Sus libros (las majestuosas ediciones en blanco y negro parecen más libros que álbumes) se venden como churros...pero en Casterman andan preocupados. El nuevo título de próxima aparición, El cangrejo de las pinzas de oro, ha vendido sus 8.000 ejemplares de tirada antes de imprimirse y no dejan de llegar nuevas peticiones.

El álbum aparecerá en diciembre del 41. Para el día de San Nicolás (el 6 de diciembre) Hergé a preparado dos bellos dibujos promocionales para el periódico. Pero estamos en noviembre y ya no hay nada que vender...porque está todo agotado antes de imprimirse. Casterman le pide al dibujante que suspenda toda promoción del título. Carta de Charles Lesne a Hergé el 20 de noviembre de 1941:

"Si es posible, sería deseable que suspendieras la publicidad que había prevista...Las reservas llegan en tal avalancha, que van a sobrepasar con creces la magnitud de nuestra tirada y no tenemos papel para hacer, a corto plazo, una reimpresión. Actualmente, la situación es tal, que los talleres de producción no pueden seguir el ritmo de nuestras expediciones".

Una lástima por esos dos bonitos dibujos de promoción que quedaron en un cajón y sin publicar.

© Hergé/Moulinsart.
Bibliografía:

Hergé fils de Tintin; de Benoit Peeters, Flammarion (2002), Pg. 186.

Archives Tintin, Le crabe aux pinces d'or. Casterman (2011), Pg. 31.

martes, 14 de agosto de 2012

Kropow: los umbrales de la percepción

 © Hergé/Moulinsart.

"Un mensaje subliminal es un mensaje o señal diseñada para pasar por debajo (sub) de los límites normales de percepción. Puede ser también una imagen transmitida de un modo tan breve que pase desapercibida por la mente consciente pero aun así, percibida inconscientemente". -Wikipedia

Ver una película de Kubrick produce una sensación extraña, onírica. Más allá de la indudable maestría del director, el espectador siente, en algunas escenas, una sensación mágica. El efecto es buscado por el director y tiene una explicación sencilla: la película está plagada de elementos subliminales. Un ejemplo puede ser La naranja mecánica. Hay una escena en la que los protagonistas están cenando en el comedor. En cada secuencia, Kubrick crea una contradicción: el vaso que estaba vacío, ahora está medio lleno, el cuadro de los segundos planos cambia, los cubiertos van variando de posición, el pañuelo que aparece en el bolsillo de un personaje desaparece en la siguiente secuencia...Obviamente, el espectador está pendiente de los diálogos, de la intriga, y no se percata de todo esto. Pero su cerebro sí y procesa una información del entorno contradictoria. El sujeto perceptor siente que hay algo extraño,  pero no es capaz de racionalizarlo. Es un "no sé qué".



© Hergé/Moulinsart.

Parece ser que Hergé y Jacobs también gustaban de provocar en el lector estas sensaciones mágicas. Las escenas que transcurren en el castillo de Kropow, en el álbum El cetro de Ottokar, tienen algo especial. La clave está (entre otras cosas, por supuesto) en los murales. Los frescos que hay en los muros del castillo tienen vida, se mueven, mandan señales subliminales al lector y está por descubrir si contienen algún mensaje específico.

Esta página la habremos leído decenas de veces. Vamos a ver como una espada va atravesando a todos los personajes, como una flor (la espada y la flor) va cambiando de ubicación y la aparición de extrañas figuras.





 © Hergé/Moulinsart. Clica en la imagen para ampliar.

Son unos murales hostiles a los protagonistas. En la primera viñeta tenemos una disposición de lo que en teoría debería de ser un cuadro inmóvil (obviamente). Pero en la siguiente viñeta empiezan las agresiones. La espada atraviesa a uno de los personajes. El jinete agrede con una patada en la boca al rey. Por otro lado, vemos que aparece, en el mismo mural, un misterioso personaje de la nada (su pie se posa sobre el pecho de un supuesto cadáver). Y atención a la flor, porque se va a desplazar en el sentido inverso a las agujas del reloj. En la tercera viñeta de esta serie, la espada atraviesa al rey y la flor ya está claramente en movimiento.

En las viñetas siguientes podemos ver como la flor mantiene su órbita, su movimiento, y como Tintín es brutalmente atravesado por la espada. Algo muy curioso es que, al entrar en escena los Dupondt...¡la espada desaparece!

¿Tal vez es porque ya han recibido lo suyo en la página anterior?

© Hergé/Moulinsart.
© Hergé/Moulinsart.

Regardez bien, Dupond...porque de esos inofensivos arbustos acaba de aparecer un pequeño dragón.


Bibliografía:

Le sceptre d'Ottokar, de Hergé. Casterman (1947). Páginas 43-44.

martes, 7 de agosto de 2012

Modelo Rastapopoulos

Hergé, luciendo su Stetson.

"Los malos tampoco son tan malos..." - Hergé (octubre de 1971).
     
Durante la gestación de Tintín en el Tíbet, Hergé hace un ejercicio de catarsis y empieza a captar matices. Eso se corrobora en Las Joyas de la Castafiore, donde lo cotidiano recupera su jerarquía. Tras esto, Vuelo 714 para Sidney supone “el retorno a la aventura”, pero ya nada volverá a ser lo mismo. La frontera entre el bien y el mal se hace cada vez más equívoca, por no decir que se disuelve. Los villanos, otrora despreciables, son ahora unos personajes más simpáticos. Y, por qué no, modelos a imitar como el mismo Tintín.


Imágenes propiedad de Hergé/Moulinsart.


En 1968 se publica Vuelo 714 para Sidney. Hergé, tres años más tarde, en un viaje a Dakota del sur, no dudará en hacerse con un sombrero Stetson clavado al del malvado personaje. No dudará en reconocer que admira el look del villano y que posa con el sombrero delante del espejo. Y no dudará cuando, en un reportaje fotográfico, posará como el tirano, con el mismo sombrero, el mismo estilo de camisa, el mismo estilo de corbatín...
            



Hergé - He querido desmitificar la aventura, en cierto modo, a través de los malos, que no lo son tanto, y de los buenos, que tampoco lo son demasiado.

Sadoul - ¡Rastapopoulos es magnífico, presentado como un cowboy de gran lujo!

Hergé - A mí su sombrero me encanta. Me compré uno muy parecido en los Estados Unidos, en Rapid-City, un pueblecito de Dakota del sur. Es un magnífico Stetson, duro como si fuese de madera, absolutamente indeformable.

Sadoul - ¿Se lo pone alguna vez?

Hergé - A veces sí, en mi casa, por el puro placer de mirarme en el espejo.


Hergé, posando ante la cámara.
                   

Bibliografía:

Vol 714 pour Sydney, de Hergé, Casterman (1968). Pgs: 19, 20 y 21.

Conversaciones con Hergé, de N. Sadoul, Juventud (1986). Pg: 115.

Hergé collectionneur d'art, de Sterckx y Soupart, La renaissance du livre (2006). Pgs: 35, 57 y 69.